La Universidad Nacional de Colombia Sede Bogotá recibe buen numero estudiantes de comunidades PAES Y PEAMA que ha pesar de los esfuerzos
bienintencionados desde la política de bienestar de la universidad parecieran no ser
suficientes para abarcar el grueso de la población que cada vez incrementa.
Este numero de estudiantes ha sido
representativo en todas las facultades y ha dado nacimiento a propuestas como la del Círculo de Palabra de vida en esta ocasión de acuerdo a la necesidad de darle
espíritu a un espacio de encuentro desde lo propio. En ese fortalecimiento
participativo, pero sobre todo práctico de la misión como representantes de una
comunidad desde el diálogo, el mutuo reconocimiento y la interacción con sus
semejantes desde la reflexión, de la coherencia de sus caminos y la utilidad de
ésta en relación con las expectativas que las comunidades tienen a cerca de la
participación de los estudiantes como garantes que pretenden brindar una ayuda,
orientados a partir del conocimiento obtenido.
Es de vital importancia considerar que un espacio como
éste brinda un apoyo psicológico, social y afectivo a los participantes, lo
cual les permitirá alcanzar una estabilidad emocional como un detonante para
fortalecer sus procesos académicos ya que muchos de ellos son de fuera de
Bogotá. Tienen un cambio diagnostico en sus vidas que se ve reflejado en la
salud, los hábitos de estudio, actividades económicas, que ya son de
conocimiento general.
Esto sin mencionar el fortalecimiento que desde la
cultura propia significa no renunciar a muchas de sus costumbres, sino por el
contrario arraigar su sendero espiritual. Aquello que los identifica como
pertenecientes a un linaje que data de más de 3.000 años de saber.
La Universidad Nacional, para los mayores de las
comunidades indígenas, constituye la gran casa del pensamiento mayor y un
espacio que ha sido hasta ahora utilizado pero no con toda la connotación que
en verdad se merece.
Con el ánimo de no dejar a la intemperie la cultura
ancestral, se quiere revivir este lugar como sagrado, otorgarle un sentido y un
significado a este campus, que aunque ha convocado en ocasiones a las
autoridades tradicionales de los pueblos originarios, no ha sido un punto de
encuentro del conocimiento occidental con el conocimiento tradicional de los
mayores. Ellos han manifestado que la universidad debería ser un sitio o
espacio de socialización y culturalización para los representantes de los
pueblos indígenas de Colombia, y sobre de todo de los estudiantes indígenas
miembros de la universidad.
Las casas de pensamiento mayor que son llamadas
malocas, kankuruas o cosmui dependiendo del lenguaje de cada pueblo, son
espacios de construcción espiritual, lugares en los que se forman espiritualmente
y culturalmente los miembros de una comunidad en la búsqueda de la armonía y el
equilibrio social, tradicionalmente asociado a la chagra en que se cultivan
tabaco, hayo y yuca dulce, entre otros, como elementos básicos de tipo
cultural.
Nuestra intención entonces, es integrar este espacio a
la cotidianidad de la sede, que como centro de formación tiene la
posibilidad de albergar en su seno personas representantes de todos los lugares
y todas las lenguas; posibilitando un tejido social de impronta
propia que se complementa con su espacio, sus costumbres y formas de vida.
Darle espíritu a la maloca por medio de los círculos de
diálogo, nos recuerda que somos gente, todos en las mismas condiciones, no hay
jerarquías, ni rangos, ni fronteras, ni formas de discriminación. Dando pie a
que se salvaguarde la cultura inmaterial de los pueblos indígenas, siendo la
palabra una de las manifestaciones mas importantes de este tipo. Pues como
indígenas, debemos asumir el reto de la pervivencia cultural, que nos
fortalece.
Muchas veces nuestra formación profesional y disciplinar en
ocasiones nos distancia de las costumbres culturales que no queremos perder, ya
que ella, la cultura, representa mucho
más que los conceptos intelectuales y complementa nuestro saber ancestral,
dando paso a la ciencia para integrarlo a nuestra calidad de vida, no para
separarlo.
Estos saberes igual de válidos, deben tener espacios en
la universidad que es el campo de los conocimientos, no solo de la ciencia. Esa
puede ser una de las enseñanzas que nos dejará el círculo, pues en su
interior (en el de la universidad) palpitan tantos conocimientos que vale la
pena vincularlos a la construcción de identidad cultural, a la construcción de
una universidad más permeable con el entorno, la naturaleza y la sociedad que
lo circunda.
Nuestro ideal como CIRCULO es que esta iniciativa permanezca a lo
largo del tiempo de manera institucional, como una manera de posicionar la
filosofía indígena dentro de ella, siendo una metáfora de aula la maloca del
sendero en la que se genere un diálogo de saberes que permita a los demás
miembros de las sedes conocer, interpretar, intercambiar y engrandecer nuestros
modos de vivir la cultura.
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