by
Justin on April 15, 2010
Declaración al mundo
1. Para nosotros existe una sola
ley -sagrada, inmutable, preexistente, primitiva y sobreviviente a todos y a
todo-. Podría el mundo existir o dejar de existir, sin que esto alterara en lo
más mínimo la esencia de dicha ley, la cual constituye el pensamiento universal
de lo no manifiesto, único origen de la vida. Esta ley de origen halla
expresión en el universo. Se da entonces una hermosa asociación entre ley y
pensamiento, que, a compás con el entorno, se transforma en ley natural. Esta
ley natural da origen a la creación de la materia y a su evolución, equilibrio,
preservación y armonía. Ellos constituyen los objetivos fundamentales del mamo,
su razón de ser. El hecho es, no obstante, que el hermanito menor viola el
orden inmutable de esta ley y lleva a la Madre Tierra (Séineken) y a todos los
seres vertiginosos al despeñadero
Esta es la razón por la cual
exigimos imperativamente a la humanidad un cambio en su comportamiento general,
en su conducta hacia nosotros y en el trato que le da a la Madre Tierra,
nuestra madre real -madre de todas las madres e hija de la gran madre
sabiduría-. Todos estamos en deuda con ella. ¿Quién paga a la madre el aire que
respiramos, el agua que fluye, la luz del sol? La madre universal reclama del
hermano menor estos pagos. Solamente a través de los Mamos y mediante los
pagamentos se hace posible la cancelación de estas deudas.
2. Dichas leyes están expresadas
como atributos sagrados en un orden circular -la línea negra -triangular-forma
del macizo montañoso- visible e invisible. Son conocidos como lugares de
pagamentos y están ubicados en trescientos setenta mil puntos de la vida de la
Sierra Nevada. Estas leyes se fundamentan en el respeto, interior (Sierra
Nevada y sus cuatro etnias) y exterior (bunachis y resto del planeta). Al
llevarse a cabo los pagamentos, se genera una serie de factores positivos,
tales como lluvias buenas, buenos veranos, sol y aires buenos.
3. Esta armonía se manifiesta en
la vida de trescientas setenta mil especies de biodiversidad (fauna y flora).
De la supervivencia de cada una de las especies, se sostiene y se garantiza la
vida del hombre y la de su en torno.
4. Nosotros tenemos por la ley el
cuidado de esa vida, desde lo que llamamos Línea Negra, la cual está escrita en
la ley del universo, y constituye a la vez un elemento sagrado y una
herramienta que necesitamos que nos sean devueltos para cumplir nuestra misión
sagrada.
5. Reclamamos nuestro territorio
y nuestra línea divisoria como expresión y herencia legítima de nuestros
ancestros, de ello dependen nuestra salud física y nuestro bienestar mental y
espiritual, así como el equilibrio total de nuestro planeta y de la humanidad
entera.
6. La Sierra Nevada es el corazón
del mundo, fuente vital y primaria de toda energía, origen de la vida y del
equilibrio espiritual de Séineken (la madre tierra). Para nosotros todo lo que
existe tiene un espíritu que es sagrado y que debe ser respetado. Por eso, todo
es sagrado y nuestro hermano: el aire, el fuego, los árboles, los insectos, las
piedras, los cerros… vivimos en continuo diálogo con ellos a través de nuestros
poderes, de nuestros conocimientos y de nuestra actividad espiritual.
7. La Sierra Nevada es casa
sagrada, hogar sagrado y lugar de paz. Todo lo que vaya en contra del
establecido orden de cosas, profana nuestra existencia, nuestras costumbres y
nuestra profunda identidad con el mandato de nuestra ley de origen. Nosotros
somos parte de la Madre Tierra y ella parte de nosotros: todo lo que ocurre a
ella nos ocurre a nosotros, y lo que le ocurre a nosotros, le ocurre a ella.
8. Todo daño que se le ocasione a
la Sierra Nevada, a sus lugares, a sus puntos de pagamento, a sus tradiciones,
a sus orígenes, a sus Mamos, a sus cuatro etnias, inevitablemente tendrá
repercusiones negativas en el planeta y en el universo.
Se pronostica que vendrán años de
duros veranos, granizadas, lluvias ácidas y toda clase de cataclismos y
desastres naturales.
9. No entendemos cómo el hermano
menor es capaz de traficar con los elementos y órganos de su propia madre. Como
hijos del agua, de la tierra, del viento y del fuego sabemos desde tiempos
inmemorables que de estos elementos proviene la fuerza de nuestro espíritu.
El agua es como nuestro espíritu,
pues nunca cambia su esencia y aunque adopte múltiples formas: nube, lagunas y
ríos, rocío en los árboles, humedad en el ambiente. En el ámbito de sus
múltiples manifestaciones, la esencia de nuestro espíritu permanece
inalterable.
Nuestra ley es la ley del agua,
es la ley del sol, la ley del rayo. No admite reformas, no conoce decretos, no
acepta constituciones ni políticas, porque nuestra ley que rige la vida
permanece en el tiempo. Para que la armonía vuelva a nuestras vidas, es
necesario que la ley creada por los hombres respete y acate la ley de origen,
la ley natural, la ley de la vida, la suprema ley de los Mamos.
10. Invitamos a todos nuestros
hermanos menores a unirse a nosotros en la sagrada misión de ser guardianes de
la vida, en una red espiritual para la defensa de nuestro patrimonio único: la
Madre Tierra.
11. Ratificamos nuestro
compromiso con Séineken, con la paz de nuestro país y del mundo, y hacemos un
llamado desde la Sierra Nevada (norte de Colombia) a la solidaridad, a la
unidad, a la paz y a la espiritualidad para todas las naciones y gentes. Nuestro
indeclinable propósito es que toda Colombia lidere un movimiento en defensa de
la Madre Tierra y de la vida en todas sus manifestaciones.
Ratificamos nuestro deseo de
vivir, de seguir luchando por la vida y de seguir defendiendo la biodiversidad
del planeta. Se trata de nuestro deber ancestral; si no cumplimos con él, habrá
hombres, mas no sobrevivientes en el pleno sentido de la palabra.
12. Finalmente, dejamos
constancia formal de que si el hermano menor hace caso de nuestro llamamiento y
de nuestras recomendaciones, nos comprometemos a activar todos los campos de
energía, con el fin de evitar mayores daños al planeta, la destrucción de
muchas vidas y los terribles desastres económicos que se ciernen en el
horizonte. Olvidemos el que no se haya hecho caso en el pasado, y contemplemos
confianza sobre el futuro.